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sábado, 17 de octubre de 2009

ECONOMÍA UN ESPECIAL NOTICIA ES NOTICIA

La inflación como problema
José Guerra

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Con al salto que acaba de dar la inflación en septiembre este indicador se encamina de nuevo a la vecindad del 30% en este año, dejando atrás los pronósticos halagadores del gobierno cuando anticipó primero, una tasa de inflación de 12% para luego corregirla “ligeramente” alza y situarla en 26%. Existen al menos cuatro formas en que el alto funcionariado interpreta la inflación en Venezuela. La más osada es la que plantea la Ministra Erika Farías cuando dijo que ese era un indicador del capitalismo y que en su cálculo en Venezuela había que incluir el amor y la buena intención del Presidente Chávez, así como suena, por que sin esos componentes cualitativos no valía la pena hablar de precios. La segunda tesis, menos exótica que la anterior, es la que esgrime Eduardo Samán, Ministro de Comercio. Para Samán, con el libro de química del carbono en la mano, en el país la inflación se debe a la especulación de los bodegueros y comerciantes del Mercado de Quinta Crespo en la ciudad de Caracas. No tuvo que hacer mucho esfuerzo mental el profesor de la Facultad de Farmacia para entender algo que a los expertos de la economía les ha causado desvelos. Consecuente con su postulado, la prescripción de política de Samán es el cierre y ocupación de los negocios. Desde que esta política samanista comenzó a aplicarse, existe una relación lineal creciente entre los establecimientos clausurados o multados y el alza de precios. No se ha preguntado Samán por la devaluación, el déficit fiscal o las expectativas como factores determinantes de la inflación en Venezuela.

La tercera explicación del aumento de los precios, es la que postula con talento pero sin soporte de ningún tipo, el ministro de Finanzas, Alí Rodríguez. Cautivado por el efecto del petróleo en la economía, de acuerdo con Rodríguez, la inflación en Venezuela es de origen estructural, es decir que está en los genes de la economía nacional al consumirse más de lo que se produce porque se percibe un ingreso que no es fruto del trabajo sino más bien una renta. De allí concluye que es poco lo que el gobierno puede hacer en el corto plazo. Obviamente que ello no resiste el escrutinio de los números porque en los años sesenta y setenta con todo y el ingreso petrolero, la tasa de inflación en Venezuela no pasó de 2,5% anual, muy por debajo de la de los países desarrollados.

La cuarta hipótesis acaba de ser lanzada por el ministro Giordani, como antesala a las ya manoseadas cincuenta y cuatro medidas económicas. Según el ministro, la inflación en Venezuela es de origen inercial. ¿Cómo se descifra este aparente enigma? Recurriendo a los escritos de los técnicos del BCV de donde Giordani tomó solamente una parte de la explicación del fenómeno del incremento de precios. En una publicación de 2002, (Estudios sobre la inflación en Venezuela, BCV, José Guerra, editor) con trabajos elaborados entre 1996 y 2000, en el Banco Central, se llegó a la conclusión de que buena parte del fenómeno de la inflación se debía a que el aumento de los precios hoy obedecía al ascenso de los precios en el pasado inmediato. Y ello se relacionaba directamente con la falta de credibilidad en las políticas monetarias. El comportamiento de los índices de precios a lo largo de estos diez años ha probado en más de una vez esta conjetura. Pero no se quedó allí la explicación porque estaría incompleta. También influyen sobre la inflación en Venezuela, el déficit fiscal, los incrementos de salarios y obviamente el circulante monetario. Al ministro Giordani se le olvidó mencionar estos aspectos y se fue por el más fácil y a la vez el más complejo de explicar.

El problema cierto es que con una tasa de inflación tan elevada para los patrones mundiales, la economía venezolana está fuera del comercio mundial salvo en su rol como importador. Lo único que puede producirse rentablemente es petróleo. Al elevarse los precios internos, todos los bienes importados de las naciones donde la inflación es menor, lucen muy barato y por ello las compras al exterior no pueden disminuir. Igualmente con la inflación, los salarios se comprimen y su poder de compra es cada vez menor, en particular para los sectores más humildes cuyas remuneraciones se ajustan con lentitud frente a los precios. No nos hemos caracterizado por ser vaticinadores de catástrofes en Venezuela sino por poner realidad por delante, pero lo cierto es que para 2010 hay que estar preparado para sufrir los rigores de un empuje se precios tal vez mayor al de este año. Tienen la palabra los sectores laboralistas para defender su sustento diario.

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