..

..

miércoles, 15 de julio de 2009

AMBIENTE

El Día de la Tierra nos recordó la gravedad de la crisis ambiental
Roberto Palmitesta D.



Después de casi cuatro décadas de que fuera establecido como un evento anual de alcance internacional, el Día de la Tierra del 2009 sirvió para recordarnos que todavía seguimos con serios problemas ambientales, especialmente ahora que la crisis económica eclipsa la lucha contra la contaminación. El 22 de abril unos 500 millones de activistas se movilizaron en 184 países para protestar por el maltrato que le seguimos dando al medio ambiente y alertar contra los males que sufrirán las nuevas generaciones por nuestra indiferencia y acciones nocivas para la ecología del planeta. Este activismo contrasta con el que se produjo la primera vez en que se celebró, en 1970, cuando participaron apenas 20 millones de personas en vista de que la ecología no era entonces un problema importante.

Obama aprovecha el evento


Aprovechando la ocasión del Día de la Tierra, el presidente Barack Obama inauguró una granja eólica en una aldea rural estado de Iowa, que reemplazará una antigua fábrica de lavadoras que cerró hace unos años. La planta eléctrica con energía eólica simboliza el enfoque central del plan anunciado por Obama durante su campaña, que implica usar la energía renovable para atacar al mismo tiempo tres serios problemas que afligen a EEUU: el aumento de desempleo, la alta dependencia energética y la crisis ambiental. Frente a las turbinas de viento que inauguraba, Obama aseguró que el país generaría un 20 % de su electricidad con esta energía renovable para el 2030 (contra un 2% este año), creando gradualmente unos 250.000 empleos en el proceso de instalar y mantener dichas instalaciones.

Consideraciones similares había hecho antes con otras energías renovables como la solar, la hidroeléctrica y la nuclear, mientras la elaboración de los biocombustibles recibirán un gran impulso para sustituir a la gasolina y el diesel, que contaminan y de paso mantienen la dependencia de EEUU del petróleo importado. Los países petroleros ven con preocupación esta “revolución verde” que está implementando el nuevo gobierno estadounidense sin mucha fanfarria, y que eventualmente reducirá el consumo de productos del petróleo en todo el mundo. La tecnología generada en este proceso está para quedarse y difundirse en muchos países, mientras se reduce el consumo de combustibles fósiles, que van quedando sólo para el transporte automotor o como materia prima petroquímica.

Se secan los grandes ríos

Mientras se inauguraba la granja eólica para marcar el inicio de una nueva era en EEUU, los medios abundan en noticias sobre la aparición o planificación de ciudades autosuficientes, tanto en Japón y la Florida, como en Dinamarca y las Canarias, mientras en una exposición petrolera en Abu Dhabi develaban la maqueta de una fabulosa “aldea verde” en pleno desierto, que no consumiría ni una gota de petróleo y reciclaría la mayor parte de los desechos, enfatizando así la tendencia conservacionista, ahora más oportuna que nunca debido a los males que inflige el calentamiento global al ambiente planetario.


Uno de estos perjuicios se hizo más evidente hace poco, cuando un documentado estudio científico reveló que la mayoría de los grandes ríos del mundo han reducido notablemente su caudal, afectando la disponibilidad de agua para la poblaciones que dependen de los mismos. Las únicas excepciones fueron ríos que dependen de los glaciares de los Himalayas, como el Yangtsé, pero esto se debe al acelerado derretimiento de los glaciares, debido al mismo calentamiento global, algo que no continuará al mismo ritmo una vez derretidos, como está sucediendo ya en los Andes, los Alpes, los Urales, y otras cadenas montañosas. Las de África ni se cuentan, pues ya han desaparecido todos los glaciares y ya no hay nieve en el Kilimanjaro. Mientras tanto las zonas árticas y antárticas aceleran el derretimiento de glaciares llevando esas reservas de agua dulce a los océanos, afectando su salinidad y por ende su fauna y flora marinas, mientras se eleva peligrosamente el nivel de los océanos.

Este preocupante hecho no afecta solamente al ambiente atmosférico y marino, que poco a poco se va recalentando, sino a la disponibilidad de agua dulce para muchas naciones sedientas, especialmente en las zonas áridas de todos los continentes, incrementando así la probabilidad de conflictos fronterizos y geopolíticos. El Mediano Oriente, ya afectado por tensiones políticas, étnicas y religiosos, es una de esas regiones, y lo mismo sucede en la conflictiva Asia Central. En Latinoamérica, continente bendecido por abundantes y caudalosos ríos, se está enfrentando poco a poco los mismos problemas, mientras se derriten los glaciares que los alimentan y se secan los lagos por la creciente evaporación debido a las mayores temperaturas ambientales.

Crisis global y actitud miope

La crisis ambiental es tan seria como para requerir medidas globales urgentes junto con políticas nacionales más acordes con el medio ambiente, pero desafortunadamente la crisis económica está reduciendo los créditos para inversiones en proyectos “verdes”, todavía consideradas como un lujo en las mentalidades cortoplacistas de los políticos en el poder. Esta actitud miope está alterando las prioridades, a sabiendas que se trata de de correr la arruga y se perjudicará con certeza a las futuras generaciones, que recibirán un planeta bastante más inhóspito y caluroso, con menores fuentes de agua dulce y un mayor desequilibrio ecológico. Las naciones harían bien en imitar las iniciativas “verdes” de las naciones avanzadas, más conscientes de los peligros de la crisis ambiental por su tecnología y su sólida opinión pública, y en donde se ataca los problemas económicos al mismo tiempo que se protege el entorno natural. Dos iniciativas que no son mutuamente excluyentes y que pueden acometerse simultáneamente con un poco de creatividad y visión política de largo plazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario